Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. Las opiniones son personales y los errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió en vivo el martes 11 de mayo a las 7:45 AM.
El fin de semana la Unión Europea presentó un mecanismo de rescate para los gobiernos de esa región económica con problemas de liquidez. Los ministros de finanzas de 27 países europeos diseñaron y acordaron varios instrumentos que pretenden evitar un contagio de la inestabilidad que inició en Grecia y que podría extenderse a otros países, entre ellos Portugal, Italia y España.
¿En qué consiste este mecanismo? Un fondo muy cuantioso con aportaciones de los países de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.
En total, es un mega-rescate con una bolsa de 750 mil millones de euros ($750,000,000,000) que comprende varios instrumentos: 1) garantías a la deuda ya emitida por un valor de 440 mil millones (las garantías provendrán de recursos que aportarán los gobiernos de la eurozona); 2) $60 mil millones de un fondo de estabilidad gestionado por la Unión Europea (los recursos de este fondo se captarán en los mercados de capitales y/o a través de instituciones financieras); y 3) $250 mil millones del Fondo Monetario Internacional.
Varios puntos llaman la atención: primero, la participación del FMI. Los clientes del fondo eran, normalmente, economías emergentes. Si la memoria no me falla, es la primera ocasión que el FMI participa en un programa de rescate de una economía (la europea) mucho más desarrollada. Segundo, es un reconocimiento de la desconfianza que algunos países europeos tienen de los países que están emproblemados. La participación del Fondo busca asegurar que éstos últimos aplicarán los ajustes con la diligencia debida.
Por otro lado, el paquete es enorme. Algunos le han llamado la ‘opción nuclear’. Quienes hemos seguido este asunto las últimas semanas, hemos escuchado la crítica que la acción de las autoridades financieras en Europa ha sido tardía y limitada. Este paquete pretende terminar, de una vez por todas, con estos señalamientos. Por eso, su magnitud.
El grueso del fondo lo aportan los países de la zona euro. Países como el Reino Unido y Suecia no participan directamente. El argumento es sencillo: la responsabilidad de euro debe corresponder, en primera instancia, a los países que utilizan esa moneda.
¿Es la mejor solución?
Probablemente lo sea en el corto plazo. El paquete pretende evitar que la crisis que inició en Grecia y la desconfianza que generó se extienda a otros países europeos. Parecería que eso se logró pues regresó la tranquilidad a los mercados: quienes tienen en sus manos bonos de los países endeudados saben que se los van a pagar. En los próximos días deberíamos observar una reducción en las tasas que pagan los gobiernos con problemas económicos.
Para Grecia esta podría ser la última llamada. Si no aprovecha el espacio que le han abierto los gobiernos europeos y no toma las medidas difíciles, en varios meses podríamos estar ya hablando de la manera en que ese país podría o tendría que abandonar la zona del euro. Se dirá que si una parte del cuerpo padece gangrena, lo mejor es amputar.
Pero hay dudas si el paquete es lo que necesita Europa en el mediano y largo plazo.
En mi opinión, no lo es. El paquete genera más deuda para resolver un problema que, en el fondo, es una deuda excesiva. La deuda en los países del euro representa aproximadamente 85 por ciento de su producto interno bruto y algunos especialistas estiman que el déficit que se acumulará este año es aproximadamente 6 por ciento de ese mismo indicador.
En el fondo, lo que tienen que hacer estos países es reducir gradualmente su endeudamiento. Sus ingresos deben ser superiores a sus gastos y, con ese excedente, reducir el nivel de los compromisos. En otras palabras, la solución es la disciplina fiscal y la austeridad para los próximos años. La gran pregunta es si los gobiernos tendrán la capacidad, la inteligencia y la voluntad política para sostener políticas que probablemente no sean muy populares.
El otro camino es promover las políticas que generan más crecimiento económico. El crecimiento genera mejores condiciones políticas para que la población acepte decisiones públicas que podrían no ser muy populares y porque le asegura al gobierno más recursos vía una mayor recaudación consecuencia de una mayor actividad económica.
En conclusión, el paquete presentado fue útil pues tranquilizó los mercados y mandó el mensaje de que las autoridades europeas están dispuestas a respaldar su moneda. Pero la solución, de largo plazo, es reducir la deuda. Si esto no sucede, me temo que en algunos meses nos encontraremos en el mismo punto y con la necesidad de presentar a los mercados, para su tranquilidad, otro paquete todavía mayor.
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11 de mayo de 2010
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