6 de septiembre de 2011

Libia, petróleo y la 'maldición de los recursos'

Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. En esta ocasión, el comentario se basa en el programa de Planet Money que mencioné ayer. Las opiniones y errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió en vivo el martes 6 de septiembre a las 7:40 AM.


En las últimas semanas, la guerra civil en Libia ha sido un asunto de interés de la agenda internacional. Si bien todavía no se encuentra a Gaddafi, su régimen de gobierno, después de cuatro décadas, ya terminó.

Existen muchas preguntas sobre lo que vendrá, incluyendo la capacidad de las nuevas autoridades para gobernar. Otra de las interrogantes se relaciona con las vastas reservas petroleras que poseen y el uso que podrían darles. Libia es el principal productor de crudo del continente africano y genera cerca del 3 por ciento de la producción mundial.

Además de ser actual, el tema es interesante porque nos permite reflexionar sobre los efectos, por lo general perniciosos, que genera la abundancia de recursos naturales.

Suena paradójico porque cuando uno escucha que un país tiene grandes reservas de recursos naturales, la primera reacción es pensar que sus habitantes son afortunados y que los recursos podrían ser una palanca del desarrollo. Pero, la experiencia, desafortunadamente, muestran que la gran mayoría de los países con recursos naturales tiene niveles de desarrollo relativamente bajos. Un análisis más profundo nos permite reconocer que la abundancia de recursos se vincula a una serie de patologías de política pública. Esta paradoja se le conoce como la maldición del recurso.

¿Cuáles son estas patologías?

La más importante es que los recursos naturales generan enormes cantidades de dinero y muchas veces esto lleva a una corrupción sistemática no únicamente en la industria sino también en el sistema político. Los recursos que provienen de esta fuente no tiene vínculos sólidos de rendición de cuentas entre autoridades y ciudadanos y se usan para beneficiar a los grupos de interés cercanos al poder.

Entonces, la pregunta ¿que debería hacer Libia para escapar la llamada ‘maldición del recurso’?

Probablemente la mejor opción es retomar reglas y procedimientos de uno de los pocos países que logró escaparse de la maldición: Noruega.

¿Qué lecciones ofrece Noruega? ¿Qué hicieron ellos para no presentar las patologías que muestran todos los países con abundantes recursos naturales?

Son varias lecciones y todas tienen que ver con las restricciones que el sistema legal y el consenso político han impuesto a todos los actores relevantes, particularmente la industria petrolera y la clase política.

Por ejemplo, por ley, a pesar de que tiene grandes reservas, Noruega limita fuertemente el número de licencias de perforación que autoriza anualmente. Esto, a pesar de la presión que, en su momento, ejercieron las empresas petroleras. En muchos países, cuando hay petróleo, la política es perforar y perforar; en Noruega, esta actividad está muy limitada. Se busca que el recurso dure muchas décadas.

La segunda lección es que las autoridades no usan el dinero producto de la venta de petróleo en programas públicos. Es decir, el ingreso petrolero no se destina a programas sociales, carreteras, escuelas, gimnasios, estadios, por mencionar algunos ejemplos.

¿Qué hacen con el dinero? Originalmente, en los setenta, lo reinvirtieron en la propia industria petrolera y así desarrollar nuevas tecnologías o mejorar las técnicas de exploración. A partir de los noventa, cuando ya no era necesario destinarlo a esos fines, decidieron guardar el dinero en un fondo de ahorro. El gobierno únicamente tiene acceso a los intereses que genera el fondo. La bolsa equivale a aproximadamente $100 mil dólares por cada noruego.

Una última lección es que existe un consenso político que el uso del dinero que resulte de la venta de petróleo, no es tema de campañas electorales. No se politiza con el petróleo.

Ahora, ¿se pueden aplicar estos mismos principios en otros países? Esa es la gran pregunta. Sin duda hay lecciones para Libia. Ese país tiene una oportunidad de rediseñar el marco institucional y, de esta manera, logre apartarse de la llamada ‘maldición de recurso’. Se antoja difícil, pero no tenemos porqué ser pesimistas. Lo que sí es un hecho es que bien harían es inspirarse en estos principios del modelo noruego.

Ya para terminar, es difícil evitar contrastar el modelo noruego con el modelo que hemos diseñado en México. Conociendo los elementos del modelo noruego es más claro entender porque, para nosotros, el petróleo no ha sido una herramienta de progreso. Peor aún, el acceso a reservas abundantes de crudo limita ha limitado la competitividad del país. Por ejemplo, la facilidad para obtener ingresos petroleros desincentiva el diseño de un sistema fiscal que genere suficientes recursos y un ambiente de negocios más competitivo.

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