7 de octubre de 2008

Contracciones y recesiones económicas

Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. Las opiniones son personales y los errores son atribuibles exclusivamente a mi persona.



Hace algunos días cuando el Congreso norteamericano aprobó el plan de inyección de recursos al sistema financiero de ese país (propuesto por el gobierno del presidente Bush y que contó con el voto aprobatorio de los senadores Obama y McCain), la mayoría de los analistas señalaron que esa medida tranquilizaría los mercados. Los 700 mil millones de dólares restablecerían la confianza.

Una semana después nos encontramos con que no hay tranquilidad, ni paz, ni confianza en los mercados. Por el contrario, el nerviosismo aumenta porque la evidencia sugiere que muchos sectores de la llamada ‘economía real’ han entrado en una fase de contracción.

El nerviosismo de una posible recesión se ha extendido a otros países. Ayer, las bolsas de valores de algunos de los países (llamados economías emergentes) experimentaron caídas históricas. Brasil y Rusia, por ejemplo, tuvieron que suspender sus sesiones.

El tiempo nos lo dirá, aunque debe señalarse que es muy probable que tanto se habla de una recesión que es factible que también nos la estamos autorecetando (generando desconfianza a los consumidores).

Si analizamos los ciclos económicos desde una perspectiva histórica, observamos que los periodos recesivos ocurren con regularidad y que no es posible evitarlos (solo un candidato en campaña afirma que esto podría suceder).

Además, una visión más amplia nos muestra que las recesiones cumplen una función importante para el organismo económico: son períodos de ajuste, son momentos en los que la economía toma aire para iniciar su siguiente período de crecimiento. Así ha sido siempre y no tiene porque ser distinto ahora.

El tema importante es que no convirtamos este período recesivo en una depresión. Una depresión es causada por políticas públicas equivocadas (siguiendo la analogía, una recesión es una gripa y una depresión una pulmonía o una neumonía, es decir una gripa muy mal cuidada).

El ejemplo es la Gran Depresión de la década de los treinta.

El derrumbe del mercado de valores en octubre de 1929 y la Gran Depresión no es el mismo evento. Se le dice la Gran Depresión no por la magnitud, sino la duración. Diez años después el desempleo seguía siendo altísimo, 20 por ciento. Las políticas económicas que implementó la administración norteamericana no generaron crecimiento, por el contrario, lo retardaron.

Una huelga es cuando la mano de obra decide no trabajar porque no hay condiciones laborales. La Gran Depresión fue similar. El capital dejó de trabajar porque no había condiciones económicas. El marco institucional y el discurso político castigaban al inversionista.

Esto es lo que no debe, particularmente en Estados Unidos, volver a suceder.

En otra ocasión podremos hablar de esas políticas que retrasaron el crecimiento en la Gran Depresión, pero por lo pronto el gobierno norteamericano (Ejecutivo y Legislativo) enviaría señales correctas (que generarían confianza) si toma medidas económicas prudentes (como eliminar el déficit presupuestal y aprobar los acuerdos comerciales empantanados en el Congreso).

Una última hipótesis.

Los mercados también podrían estar reaccionando al discurso populista (en el plano económico) de ambos candidatos presidenciales y particularmente el de Obama quien encabeza las preferencias electorales y tiene un discurso muy proteccionista (de hecho, en campaña ha mencionado estar en contra del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá). No olvidemos que la recesión que posteriormente se convirtió en depresión (en los treinta) estuvo precedida por la ley más proteccionista en la historia de los Estados Unidos (Smoot-Hawley Tariff Act).

...

1 comentario:

LaClau dijo...

José,
Me parece interesante y muy bien fundamentado tu comentario. Nada como leer a quienes saben y dejar de escuchar a los apologistas de la debacle, quienes con mucho entusiasmo y abusando del micrófono, aterran a la opinión pública.
Saludos.