5 de abril de 2011

Sobre la reforma laboral, la transparencia en la Cámara de Diputados y el outsourcing

Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. Las opiniones y errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió en vivo el martes 5 de abril a las 7:40 AM.


Según reportan distintos medios de comunicación, en estos días, podría llegar al pleno de la Cámara de Diputados un dictamen de reforma de diversas leyes que regulan las relaciones laborales entre los empleadores y los trabajadores.

Lo primero que debe señalarse es que es prácticamente imposible encontrar en la página oficial de la Cámara de Diputados los documentos que presuntamente discutirán los representantes populares integrantes de la Comisión de Trabajo y Previsión Social. La página de la Cámara Baja contiene mucha información de asuntos que no son sustantivos y prácticamente ninguna información de los temas relevantes. ¿Que se discute en las Comisiones? La fuente oficial de la Cámara no informa. Al menos en su formato vigente, la página de la Cámara de Diputados no ganará un premio a la transparencia.

Regresando al tema, según los medios (nuestra única fuente), en los próximos tres días una subcomisión especial de la Cámara de Diputados, sostendrá sesiones de trabajo y elaborará un proyecto de dictamen de reforma a la Ley Federal de Trabajo. La idea es, repito, que el pleno la discuta a finales del mes.

Si algún problema de política pública en el país está sobre diagnosticado es el sistema laboral y no me detengo mucho en ello.

Sabemos que es ineficiente y que genera costos excesivos a la economía formal. Sabemos también que la participación de utilidades equivale a un impuesto sobre la renta y que debería ser sustituido por incentivos vinculados a la productividad. Por mucho tiempo, también hemos sabido que los ‘contratos ley’ obligan a las empresas del mismo giro a otorgar las mismas prestaciones, independientemente de su situación y que, desde un punto de vista financiero, esto no tiene mucho sentido. Sabemos también que los beneficios para los agremiados aumentan cuando las dirigencias de sus sindicatos se eligen mediante voto libre, directo y secreto y que estos mecanismos de selección deberían extenderse a todos los sindicatos, públicos y privados. Estos y muchos otros temas han sido analizados (en este y otros espacios) y no me detendré en ellos.

No obstante, en esta ronda de discusiones, si hay un tema que ha generado más interés. Es el llamado outsourcing que, en español, no es más que un esquema de subcontratación de actividades no esenciales para una empresa. Varios legisladores han cuestionado esta figura porque, según ellos, pretende reducir los niveles de vida de los trabajadores en las empresas subcontratadas. Esta apreciación no es adecuada. La subcontratación es una consecuencia de la competencia que, como todos sabemos, es el proceso económico que sustenta y promueve el mejoramiento de los niveles de vida.

Me explico.

Cuando el marco legal y regulatorio elimina obstáculos y monopolios entonces fomenta la competencia. Esto obliga a las empresas a ofrecer mejores productos a mejores precios. Si no lo hacen, pierden competitividad y eventualmente mueren. Para mantenerse en el mercado, las empresas van especializándose en algunas líneas de negocios y subcontratan actividades que no consideran esenciales. A su vez, las empresas subcontratadas se van especializando en las actividades que fueron subcontratadas. Esto las hace más productivas y generan, a la larga, más empleo.

Si, en el marco de la discusión laboral, se prohibiera o dificultara la subcontratación, los legisladores le estarían diciendo a las empresas que no busquen ser más productivas y competitivas. Ahora, si una empresa subcontratada comete un abuso, el culpable no es la figura de la subcontratación, el problema debe buscarse en otro lado.

Vista de manera integral, la reforma debería hacer menos inflexible, o más flexible, el marco laboral. Nuestras leyes no reflejan la economía del siglo 21 y dificultan a las empresas en México competir con empresas instaladas en otros países.

Además, la reforma laboral debe valorar que el perfil del trabajador ha cambiado. A mí me sorprende que de los diez empleos más demandados en el 2010 no existían en el año 2000. También me sorprende que, a diferencia de la época de nuestros padres, quienes hoy se integran al mercado laboral tienen la expectativa de que cambiarán de empleo varias veces durante sus vidas. Esto lo sabemos en las universidades porque nuestra función es, en cierto sentido, preparar a las personas para empleos que todavía no existen, con tecnologías que todavía no se inventan, para solucionar problemas que todavía no conocemos.

Este es el mundo real y esperemos la reforma laboral lo refleje. Las leyes vigentes se hicieron cuando el mundo era más estable y predecible. Esto cambió y, en este sentido, la reforma debe contribuir a que las empresas sean más productivas y que los empleados adquieran más habilidades a lo largo de su vida laboral sin perder los beneficios adquiridos. Todo esto, cuidando la estabilidad de las finanzas públicas.

Si la reforma laboral cumple estos objetivos, será exitosa y logrará que, en términos de generación de empleo, el sector formal sea, de nueva cuenta, el motor de la economía.

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