Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. Las opiniones y errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió en vivo el martes 1 de febrero a las 7:40 AM.
La inestabilidad política en Egipto y sus repercusiones en el mundo árabe son los temas que dominan la agenda internacional. Como pólvora, las demandas de libertad que iniciaron en
Túnez y que motivaron la salida de su (ahora) expresidente se extendieron a Egipto. Existe la posibilidad de contagio a otros países. Se habla de Yemen, Siria, por mencionar unos cuantos.
La principal demanda de los manifestantes es, en estos momentos, la salida del presidente Mubarak. Parecería que las causas son eminentemente políticas pero, en realidad, también hay causas económicas.
Egipto es el vigésimo país más poblado del mundo; pero,
en términos nominales del PIB per cápita, ocupa el lugar 116. Estudios internacionales muestran que la pobreza y el desempleo (que afecta particularmente a los jóvenes) se explican, en gran medida, porque
Egipto ha mantenido cerrada su economía y tiene un marco institucional que no fomenta la actividad económica. El resultado de este modelo autárquico es la falta de oportunidades económicas y prácticamente ninguna esperanza de movilidad social.
En Egipto, la difícil situación interna se combinó con un efecto internacional devastador:
el aumento en los precios internacionales de los alimentos y energéticos.
Desde hace varios meses, como ya hemos comentado, los precios de algunas materias primas, el precio de los energéticos y algunos productos agrícolas (particularmente granos) han aumentado considerablemente. Este hecho -que afecta a todos los países- generó en Egipto, previo a las manifestaciones, una escalada de precios en los alimentos y las gasolinas.
Hago un paréntesis.
A veces escuchamos voces señalar que el control de la inflación parece una obsesión de algunas autoridades económicas. Hay quienes plantean que puede generarse más crecimiento a costa de una mayor inflación. Independientemente de que esto plantea un falso debate, a la luz de estos sucesos, no podemos soslayar el efecto devastador en el ánimo de la población del aumento inusitado de los precios de productos esenciales.
Ahora, hablemos de las repercursiones de la inestabilidad política y social.
El golpe a la economía egipcia es brutal. Por ejemplo, la calidad de la deuda egipcia ha disminuido y esto generará aumentos en las tasas de interés. Además, los llamados a huelga y las enormes manifestaciones disminuyen el ritmo de actividad económica. El turismo, que es una enorme fuente de recursos en Egipto, es inexistente ahorita. Basta ver las imágenes del aeropuerto en El Cairo.
¿Qué efectos económicos podemos esperar en otras partes del mundo?
Hay tres claramente identificables.
Primero,
el precio del barril de petróleo continuará subiendo. En los últimos tres días hábiles, ha aumentado poco más del 10 por ciento. De continuar los sucesos y de extenderse a otros países árabes (algunos de los cuales son productores de petróleo) los aumentos serán todavía mayores.
Segundo, efectos al comercio internacional. Si bien Egipto no es un actor relevante en términos de exportaciones e importaciones (en términos del PIB global), su ubicación es estratégica. Una parte sustantiva del comercio internacional (se estima que el 10 por ciento) pasa por el Canal de Suez. La preocupación radica en lo que podría suceder en esta importantísima ruta que vincula América del Norte y Europa con Asia. Anualmente pasan 35 mil barcos cargueros por este canal.
Es poco probable que el canal se cierre al comercio. Pero si sucediera, los costos económicos a la economía global serían considerables. Por ejemplo, se estima, que el transporte de carga de Arabia Saudita a Houston tomaría doce días adicionales porque los barcos tendrían que dar la vuelta al continente africano.
El tercer efecto es el posible contagio a otros países. Egipto tiene una economía pequeña. Representa el 20% de la economía de nuestro país. Túnez, donde inició esto, equivale al 4 por ciento. Eso no es lo relevante. Lo importante es el nerviosismo que genera entre los inversionistas. Las bolsas de valores en otros países han caído, en parte, porque los capitales se están refugiando en otros instrumentos.
En resumen, si bien la principal motivación de la inestabilidad en Egipto es la apertura política y la salida del presidente Mubarak, las condiciones económicas son la otra parte del rompecabezas. Egipto cerró, durante muchos años, su economía y esto limitó las oportunidades económicas. Aunado al aumento de precios de energéticos y alimentos en los últimos meses, el agravio a la población fue mayúsculo.
El estancamiento económico genera molestia y, eventualmente, genera inestabilidad política. En muchos países, la molestia se procesa en las urnas; pero a falta de procesos democráticos (en las dictaduras) la población depone a los gobiernos y así castiga la falta de oportunidades.
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