El día de hoy volteamos la mirada a los Estados Unidos, y en particular, las economías de los estados de Texas y California. Ambas entidades atraviesan situaciones económicas muy distintas y del análisis se desprende un par de lecciones importantes.
Una de las características del sistema federal norteamericano es que, en comparación al nuestro, el marco legal otorga una mayor libertad a los estados y estos se convierten en una especie de laboratorio de políticas públicas que nos permite aprender sobre los efectos de las decisiones que toman las instituciones de gobierno.
Texas y California son, después de Alaska, los estados con mayor extensión territorial. Además, son los más poblados. Se dice que California, si fuera país, sería la octava economía del mundo; Texas, podría estar ubicada cerca del lugar 20.
Ahora, la más reciente crisis económica que golpeó a los Estados Unidos tuvo efectos muy distintos en las economías de ambos estados. En Texas, por ejemplo, se generaron más empleos que de los que se perdieron. Su nivel de desempleo se ha ubicado, de manera consistente, varios puntos por debajo del promedio nacional.
Un dato muy interesante que nos dice algo sobre el ambiente de negocios en Texas. Si observamos la lista del Fortune 500, esa lista que concentra a las empresas más grandes de los Estados Unidos, encontraremos que el mayor número tiene su domicilio en Texas. Por muchos años, California y Nueva York ocuparon los primeros lugares; hoy en día, el honor lo tienen los tejanos.
Por su parte y a diferencia de lo que sucede en Texas, California tiene enormes problemas económicos.
California se ha convertido en un expulsor de empresas y, en cierto sentido, de personas. En los últimos 15 años, el número de personas que han emigrado supera al número de nuevos residentes. Adicionalmente, el índice del desempleo en California es considerablemente superior al promedio nacional.
Uno de los efectos de la salida de esta actividad económica es la caída de la reducción de ingresos fiscales y la creación de un déficit fiscal inmenso (porque no han ajustado los servicios públicos). Para cubrirlo, el gobernador Arnold Schwarzenegger junto con el Congreso Local, tienen que recortar aproximadamente $20 mil millones de dólares del presupuesto estatal.
¿Cuáles son las diferencias entre ambos estados? ¿Qué explica que en Texas la situación económica es favorable y que California, por su parte, vea que año con año un deterioro de su posición competitiva?
En mi opinión, por lo menos encontramos dos razones importantes.
La primera, es el ambiente fiscal.
Texas y California han tomado caminos muy distintos. En Texas, los impuestos han disminuido; en California, los impuestos han aumentado tanto para las personas morales como las físicas. En esta entidad se intenta redistribuir la riqueza a través del sistema fiscal (es decir, a través del cobro de impuestos) y han encontrado que esto es casi imposible.
¿Por qué es muy difícil redistribuir riqueza con impuestos? Porque las personas y las empresas son recursos con movilidad y si perciben que las condiciones económicas no son favorables, cierran el negocio y buscan “posada económica” en otro estado.
En México, se podría decir, esto no puede pasar. En parte, tienen razón porque aquí operan prácticamente los mismos impuestos en virtud de que los más importantes son impuestos federales. La misma empresa en el Estado de México y Puebla, por ejemplo, pagaría casi la mismo en este rubro. Es cierto que hay impuestos locales (como los de nómina) pero, comparado con los federales, son marginales. A diferencia del país vecino, en México, los estados no pueden competir fiscalmente para ver quién puede atraer más empresas y con ello generar más empleo.
A pesar de ello, no debemos perder de vista que en un mundo globalizado, las personas y las empresas pueden mudar sus operaciones a otros países. La lección de Texas y California es muy clara: las empresas buscan los ambientes de negocio más amables. No estoy diciendo que van a instalarse donde no paguen impuestos. No. Lo que estoy argumentado es que se ubicarán en aquellos lugares donde la combinación de impuestos y servicios y bienes públicos sea el más conveniente.
La segunda causa por la cual California, a diferencia de Texas, tiene una situación mucho más complicada es porque tiene un gobierno disfuncional. No me refiero a su gobernador y sus cámaras locales (digamos, las instituciones republicanas de gobierno). En California, existe un abuso de instrumentos de democracia directa. Elección tras elección, se pone a consideración de los electores una importante cantidad de iniciativas y propuestas que generan obligaciones fiscales pero no indican la manera en que estas deben financiarse. Algunos análisis señalan que estos instrumentos le han dejado a los representantes populares el control únicamente de la cuarta parte del presupuesto del estado.
Esto es importante mencionar porque en nuestro país iniciará pronto la discusión de la reforma política y una de las propuestas que frecuentemente mencionan los legisladores de todos los partidos es la creación de instrumentos de democracia directa (por ejemplo, referéndum y plebiscito). Probablemente otro día lo platiquemos con más detalle, pero por lo pronto simplemente anoto que no son una panacea, que no resuelven mucho y, por el contrario, generan muchas complicaciones (como lo vemos en California). Es muy fácil preguntar y responder si se debe hacer X o Y; lo complicado es preguntar como se va a a pagar.
Concluyo señalando, Texas tiene una formula de gobierno relativamente exitosa: un gobierno limitado (en términos de la cantidad de servicios públicos que ofrece), un ambiente fiscal amable e instituciones de gobierno que permiten al elector/contribuyente identificar quien es el responsable de hacer que y por cuanto dinero. California tiene justo lo contrario.
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