Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. Las opiniones y errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió en vivo el martes 27 de septiembre a las 7:40 AM.
La semana pasada, en el marco de su propuesta para reactivar la economía norteamericana y reducir, al mismo tiempo, el déficit público en los Estados Unidos, el Presidente Barack Obama presentó una medida impositiva que ha acaparado la atención de la opinión pública.
Obama propone que las tasas de impuestos de quienes generan más de un millón de dólares anuales no sean menores que las tasas que paga la clase media. Esta regla se le conoce coloquialmente como “the Buffett rule”, en honor a Warren Buffett, uno de los inversionistas más exitosos del mundo, quien hace un par de semanas escribió en un editorial en el New York Times cuestionando la lógica del sistema fiscal porque le parece injusto que el pague una tasa de impuestos inferior a la tasa que le aplica a su secretaria.
La regla Buffett suena bien pero, como ya han señalado algunos analistas, el análisis de Buffet está construido sobre supuestos que no aplican a la gran mayoría de los millonarios en los Estados Unidos.
Warren Buffett paga una menor tasa porque la mayor parte de su ingreso es por dividendos y este tipo de ingreso paga, por ley, menos impuestos (aproximadamente una tasa del 15%). Buffett recibe un salario que, dados sus ingresos por dividendos, es relativamente bajo, y por su sueldo si paga aproximadamente el doble (29% ciento). Si su ingreso por dividendos fuera menor y su salario mayor, aumentaría considerablemente la tasa real de impuestos que paga. La gran mayoría de los directivos de empresas reciben la mayor parte de su ingreso via salario y bonos de desempeño y no por dividendos. Para ellos la tasa de impuestos es mucho más alta. La realidad fiscal de Buffet es atípica y no aplica inclusive para quienes más ingresos generan.
¿Cuál ha sido la respuesta de la principal oposición? Dos críticas principalmente. La primera es que es un error aumentar impuestos en un momento de desaceleración económica y la segunda es que la propuesta, al menos como está planteanda, busca generar una guerra de clases y dividir al país en ‘pobres’ y ‘ricos’.
Dado que la propuesta tiene un fin recaudatorio, vale la pena preguntarnos si resolverá el problema del enorme déficit fiscal.
Los estudios que he tenido oportunidad de leer sugieren que aumentar la recaudación por esta vía generaría recursos pero no los suficientes. Tendría mucho más lógica, establecer una tasa única para toda la población y acompañar la medida con recortes del gasto público.
La discusión fiscal será muy interesante y le seguiremos la pista, pero si es importante hacernos una pregunta de fondo.
¿Es el sistema fiscal un mecanismo adecuado para redistribuir ingreso para reducir las diferencias entre quienes más ingresos generan y menos? ¿Podemos 'hacer justicia' a través del cobro de impuestos?
La respuesta es cercana al no y un ejemplo muy sencillo ilustra las complejidades de querer reducir desigualdades a través del cobreo (o pago) de impuestos.
Imaginemos una economía con dos personas (Juan y Silvia) y un solo servicio público (consumo de agua). Juan gana $10,000 pesos mensuales y Silvia el doble ($20,000). Al mismo tiempo, Juan consume 100 litros de agua al mes y Silvia, por su parte, consume la mitad, 50 litros al mes.
¿Quién debe pagar más? Juan tiene menos ingresos pero consume el doble; Silvia tiene mayores ingresos pero consume menos. ¿Qué es lo justo? ¿Cobrarle más a Silvia porque gana más aunque consuma menos? ¿Cobrarle a Juan que gana menos pero consume más? Obviamente no hay una respuesta correcta y si aceptamos que, en la vida real, el sistema fiscal incluye a millones de personas con distintas realidades entenderemos porque es muy difícil hacer justicia mediante sistema fiscal.
Uno de los principios básicos de un sistema fiscal es la suficiencia presupuestal, es decir, que la recaudación de impuestos sea la suficiente para pagar los gastos públicos que el electorado desea y no tener que recurrir a fuentes de financiamiento menos convenientes (como la inflación y la deuda). Si el electorado quiere más servicios, tiene que aportar más recursos; si quiere pagar poco, debe aceptar que el menú bienes y servicios es más reducido.
Si en Estados Unidos, u otro país, se quiere reducir la desigualdad o hacer justicia, no es mediante el cobro de impuestos. Un mejor camino es la provisión de algunos bienes y servicios públicos (por ejemplo, educación, salud). Estos son instrumentos más adecuados para reducir las brechas y, sobre todo, generar oportunidades de desarrollo y progreso a quienes menos tienen.
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27 de septiembre de 2011
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