27 de abril de 2010

Incongruencias migratorias

Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos. Las opiniones son personales y los errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió en vivo el martes 27 de abril a las 7:45 AM.



En los últimos días, el tema migratorio regresó a la opinión pública en virtud de la iniciativa de ley que aprobó el congreso local del estado de Arizona y que la semana pasada promulgó su gobernadora. En términos generales, esta ley faculta a la policía solicitar documentación a las personas cuando haya una “sospecha razonable” de que no tienen residencia legal en ese estado.

La ley en cuestión, que entra en vigor hasta finales de este año, me parece será controvertida legalmente y es posible que se declare inconstitucional antes de su aplicación. La aprobación de la ley debe entenderse como parte del contexto político electoral con miras a las elecciones locales y federales que ocurrirán en ese estado en el mes de noviembre.

¿Quién tiene la culpa de esta ley? ¿Quién es responsable? Creo que la mayoría de los norteamericanos señalaría que la culpa es de sucesivos gobiernos federales, incluyendo el del Presidente Barack Obama, por no promover y presentar una reforma migratoria integral. La protección de las fronteras y la migración son competencia federal. La respuesta de Arizona sucede porque Washington no asume su responsabilidad.

Aquí en México, la ley en cuestión le ha dado a la clase política una enorme oportunidad para escandalizarse y posicionarse en la opinión pública. No son pocos los funcionarios que denuncian esta ley y logran salir en los medios declarándola como exagerada, inhumana y racista.

Sinceramente, me gustaría que los políticos mexicanos fueran más congruentes porque piden a los Estados Unidos la aplicación de una política migratoria abierta y no se dan cuenta que la política migratoria mexicana es tan restrictiva como la que intenta aplicar Arizona.

Ojalá que esa determinación y energía para cuestionar lo que sucede allá, se utilizara para modificar nuestra política migratoria que, en mi opinión, es vieja, incongruente, y no sirve a los intereses mexicanos.

Me explico.

Si un migrante indocumentado es descubierto por la policía migratoria mexicana, se le trata como criminal. La policía le detiene y recluye en un centro que (por las imágenes que he visto en la televisión) parece una cárcel.

Además, no es raro que las autoridades federales realicen redadas en lugares donde suponen hay extranjeros ilegales.

En México, a los extranjeros se les puede detener por su acento (pregunten a varios cientos de centroamericanos en los centros de detención como llegaron a ese lugar). Además, si se les detiene y no cargan en ese momento con la documentación que compruebe que residen legalmente en México (o que son mexicanos), se les envía a los centros de detención.

No menciono, por cuestiones de tiempo, la cantidad de abusos a los que son sujetos los migrantes centroamericanos que llegan a nuestro país.

Por otro lado, a diferencia de la Constitución norteamericana, la nuestra discrimina abiertamente a los extranjeros. Hay actividades profesionales que la legislación prohíbe ejercer a los extranjeros. Ayer, un amigo me decía que un extranjero no puede ser piloto de una aeronave mexicana.

Los extranjeros en México no pueden ocupar cargos públicos. El gobernador de California nació en Austria; en México, eso sería impensable. Además, les prohibimos involucrarse en asuntos políticos. Si un extranjero participa en política o expresa una opinión, le podemos expulsar inmediatamente (aunque tenga residencia legal). Con todo y sus leyes, en los Estados Unidos los indocumentados si tienen la posibilidad de manifestarse (y lo hicieron el fin de semana en respuesta a la susodicha ley) y, por lo regular, la policía cuida las marchas.

La participación de los extranjeros en la economía es mucho más limitada en México que en los Estados Unidos. Aquí les prohibimos, desde la Constitución, tener propiedades en la costa o en las fronteras. Además, no pueden ser dueños de empresas en muchos sectores de la economía.

No sorprende, pues, que como resultado de esta política migratoria, nuestro país tenga un porcentaje realmente bajo de extranjeros viviendo en su territorio. Con todo y la ley que aprobó el gobierno de Arizona, puedo apostar que hoy más mexicanos intentarán llegar a ese estado fronterizo de manera ilegal y sin documentos, que extranjeros solicitar residencia en nuestro país.

Soy de la opinión que este indicador es un reflejo de la falta de competitividad de nuestro país. En un mundo globalizado, en donde el capital humano genera valor agregado a la economía, México no está trayendo ni atrayendo al talento de otras partes del mundo.

En México, deberíamos ver la política migratoria, no como una oportunidad para limitar la competencia, sino como un medio para hacernos de personas valiosas. Los que migran a otros países sabemos, por experiencia, que son personas aventuradas, dispuestas a asumir riesgos, muy trabajadoras y responsables.

Una reforma que libere la política migratoria mexicana nos beneficiaría enormemente. Realmente hay empresas mexicanas que tiene dificultades para encontrar personal calificado. Las leyes deberían apoyarles. Nuestro marco legal refleja un prejuicio que nos hace pensar que la contratación de extranjeros elimina las posibilidades de trabajo para los mexicanos. La realidad es otra. Los flujos migratorios generan crecimiento y empleos porque la llegada de migrantes incrementa el tamaño del mercado. No sorprende que los países con más migrantes son los que más crecen.

Concluyo señalando que es curioso ver como nuestros políticos le exigen a los Estados Unidos que abra sus fronteras y, al mismo tiempo, apoyan y mantienen una política migratoria restrictiva. La ley de Arizona que tanto les molesta importa prácticas que son parte de la política migratoria mexicana vigente. Confieso que me gustaría ver en nuestro país una política migratoria como la que están exigiendo se aplique allá.

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