14 de abril de 2009

Los conflictos asimétricos y la guerra híbrida

Aquí las notas de mi comentario de radio en IMER en el programa que conduce Mario Campos (aquí su blog). Las opiniones son personales y los errores son atribuibles exclusivamente a mi persona. El comentario se transmitió el martes 14 de abril a las 7:45 AM.




La semana pasada vimos dos episodios que reflejan, de manera particular, las dificultades que enfrenta la actual administración norteamericana en materia de seguridad internacional.

Por un lado, tenemos el lanzamiento de un misil por parte del gobierno de Corea del Norte. Un episodio que ya hemos analizado pero que nos muestra que hay países que no comparten el sueño de Barack Obama de construir un mundo sin armamento nuclear. Corea del Norte, y otros países, entre ellos Irán, están empeñados en desarrollar armamento nuclear.

Por el otro lado, tenemos la situación que se presentó en las costas de Somalia con la captura de un barco carguero norteamericano. Como recordará el auditorio, un puñado de piratas mantuvo de rehén al capitán de la embarcación. Afortunadamente, al final del drama, el capitán fue rescatado y liberado por la marina norteamericana.

Ambas situaciones son un ejemplo de los dos tipos de amenazas que tiene que manejar el gobierno de Barack Obama.

El primero, es un conflicto propio del siglo XXI, en donde Estados Unidos tiene una situación que resolver y tratar con el gobierno de otro país. En este caso, se puede sentar en la mesa con su contraparte e intentar llegar acuerdos.

El segundo tipo de amenaza parece más bien un problema del siglo XIX. Uno no podía dejar de sorprenderse al leer las crónicas de como la marina norteamericana, la marina militar más poderosa que ha visto el mundo, con más de 280 barcos, utilizar 3 naves para rodear una pequeña lancha.

La situación en la costa de Somalia tiene cierta relación con lo que sucede en Irak y Pakistán. En los tres casos, vemos una guerra asimétrica en la que el ejército norteamericano enfrenta a un enemigo con una capacidad militar y un conocimiento técnico considerablemente menor. Por ejemplo, en Pakistán el ejército norteamericano está a la defensiva ante un grupo de personas sin mayor preparación que la de saber utilizar una AK-47. Igual sucedió en las costas de Somalia.

¿Qué nos dicen ambos episodios?

Que, de ahora en adelante, los Estados Unidos y la comunidad internacional enfrentarán ambos tipos de conflictos: por un lado, como sucede con Corea del Norte, existe un riesgo nuclear y la continuación de la carrera armamentista, un problema de nuestra época. Por el otro, conflictos derivados de grupos que no representan Estados-Nación y que con unas cuantas armas pueden generar situaciones difíciles. Estamos ante una situación de guerra híbrida entre conflictos que parecen del siglo 19 y conflictos propios del siglo 21.

Ambos episodios sugieren que el Presidente norteamericano estará a prueba todos los días y que en cualquier momento es posible que surja, aparentemente de la nada, una nueva situación conflictiva.

Por último, y mucho más importante, el reto para el Presidente es mostrar que hay claras consecuencias para aquellas personas o países que violan el estado de derecho internacional. Y aquí es donde todavía no vemos resultados claros. Después del lanzamiento del misil norcoreano, la comunidad internacional, a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha sido incapaz de generar, por lo menos, una resolución que condene el hecho. Hubo una clara violación al marco legal internacional (en concreto una resolución de la propia ONU del 2006) en la que se le prohibe a ese país realizar ejercicios militares de esa naturaleza y, repito, no ha habido ningún tipo de consecuencia.

Estimada audiencia, como podrán ver, los hechos que se han dado en un par de semanas, nos muestran la nueva naturaleza del conflicto internacional: por un lado, problemas con estados nación y por el otro, problemas con individuos –terroristas al fin- que con poco armamento y mucha imaginación pueden generar situaciones muy complicadas.

La pregunta que nos hacemos todos y que tiene todavía varios años por resolver Obama es si será capaz de utilizar su popularidad (en los Estados Unidos) y su estatus de celebridad en el resto del mundo para manejar adecuadamente estas situaciones.

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